La obra, ubicada en el departamento de Santander, se puso a prueba con siete volquetas cargadas con 32 toneladas para comprobar si la deformación afecta su puesta en servicio.
El próximo 10 de diciembre, en el marco de un panel de expertos, se tendrán los resultados de la prueba de carga que la firma española Sacyr comenzó ayer en el puente Hisgaura, en San Andrés, departamento de Santander. Se trata de una obra que está en la palestra pública desde hace cerca de un mes, cuando se advirtieron ondulaciones en la estructura, un hecho que llevó al Gobierno a plantear dudas respecto a su calidad.
El procedimiento de prueba consiste en reproducir, mediante un protocolo, los estados de carga vehicular, tanto de forma estática como dinámica. Es decir, se harán dos pruebas: la primera (de martes a viernes), para ubicar progresivamente un total de 14 camiones con peso en 12 posiciones (estados) diferentes en horarios variados y realizando múltiples tareas; la segunda (el sábado), para hacer vibrar el puente de forma libre al transitar un camión a una velocidad media (30 a 40 km/h) y pasar sobre un obstáculo (un tablón).
En el proceso trabajarán esta semana unas 35 personas contratadas por el consorcio.
Nelson Cortés Maldonado, director de obras de Sacyr Construcción, cree que la prueba de carga será contundente para demostrar que el puente funciona, “como la teoría dice”.
Por su parte, Miguel Ángel Ordóñez, director de ingeniería de Sacyr Colombia, indicó que la prueba sirve para analizar si bajo las cargas el puente se comporta como está previsto. Según el vocero, una serie de seguimientos les han permitido valorar la estructura durante y después de la fase constructiva.
“La prueba simplemente corroborará lo que ya conocemos con base en los modelos”, aseguró Ordóñez, al tiempo que dijo que con la carga se tratará de controlar que todos los elementos del puente (tirantes, vigas longitudinales y costillas transversales) tengan las tensiones estimadas en el diseño inicial y sigan la normativa internacional en márgenes de seguridad.
Sacyr se mantuvo en la posición de que las “ligeras” ondulaciones del puente son normales y propias del proceso constructivo, por lo que no tienen implicaciones estructurales o de transitabilidad. De hecho, defendieron que por la flexibilidad de la estructura, estas características son comunes en puentes atirantados.
También reiteraron que aunque las pruebas no estaban incluidas en el contrato, las realizarán por su cuenta; de hecho, aseguraron que no se exigen en la normativa internacional. “Se puede decir que es una muestra de credibilidad”, indicó Ordóñez.
El presidente de la Sociedad Colombiana de Ingenieros, Argelino Durán, explicó que “ningún código establece como obligatoriedad la prueba de carga, aunque el contratante lo puede exigir si hay dudas en la calidad de la obra, pero el pago de esta depende de lo que haya quedado pactado en el contrato”.
Por su parte, el Fondo de Adaptación, entidad que contrató la obra, aseguró que la prueba de carga es inherente al contrato y recordó que además fue uno de los requisitos que se acordó para que el Gobierno recibiera el puente. “La prueba de carga es una responsabilidad del contratista que él debe asumir y pagar, y esto está sustentado en el Código Sísmico de Puentes, que establece que la prueba de carga es requisito necesario para la aceptación definitiva de la obra”, resaltó el director del Fondo, Edgar Ortiz. De hecho, ésta se solicitó al constructor desde el 27 de diciembre de 2017.
“El Gobierno determinará la fecha de entrega después del panel a partir de lo que recibe, pero para nosotros es fundamental que el puente entre en operación rápidamente”, dijo Carlos Rosado, vocero oficial de Sacyr Colombia.
El viaducto, que es el más alto de Sudamérica, tiene 653 metros de longitud y una pila (la tercera) de 148 metros desde el nivel del suelo. La obra, cuyo costo supera los $100.000 millones, se sostiene de 128 tirantes en concreto de alta resistencia.
Cabe recordar que Sacyr manifestó que el puente estaba listo para ser entregado el pasado 31 de agosto, pero desde mayo el Fondo de Adaptación mostró dudas por su apariencia.
Para evaluar la situación, en noviembre se conformaron unas mesas técnicas en las que se revisaron los informes y se definió conjuntamente la realización de pruebas de carga.
El alcalde de San Andrés (Santander), Julián Pedraza, municipio donde se ubica el puente, aseguró que está tranquilo y que tiene la certeza de que está bien construido. “Esta megaobra será puesta en funcionamiento en una de las provincias más olvidadas del país y para el beneficio de 13 municipios”, destacó.
Sin embargo, advirtió sobre la necesidad de pavimentar la vía que conduce de Curos a Málaga, sobre la que se ubica Hisgaura, la cual, con una extensión de 124 kilómetros, está principalmente destapada.
La administración municipal estima que esta mejora costaría unos $500.000 millones, pero por ser una vía de orden nacional no les corresponde administrarla. “Llevamos ochenta años pidiendo intervención. El Fondo de Adaptación atendió algunos puntos críticos y hace poco se anunció un contrato de pavimentación para 25 kilómetros no consecutivos por $89.000 millones, con lo que la mitad de la vía quedaría terminada, pero aún nos falta resolver otros sesenta kilómetros”, concluyó.
Fuente: El Espectador