Investigadores de varias universidades han descubierto, a nivel molecular, el mecanismo de incorporación de nutrientes en plantas sometidas a alta salinidad, algo común cuando hay sequía o sobreexplotación, lo que podría permitir, mediante ingeniería genética, cosechar trigo o arroz en suelos pobres y salinos. “En el futuro se podrían trasladar estos mecanismos, haciendo ingeniera genética, a plantas que tienen interés comercial, interés agrícola, para que vivan en condiciones de suelo extremas, difíciles con respecto a la sal”, destaca el investigador principal y director del equipo de este hallazgo, José Antonio Fernández.

En ese caso, resalta el catedrático de Fisiología Vegetal de la Universidad de Málaga (UMA), “tendríamos plantas que pueden vivir en suelos pobres en nutrientes y con alta sal, lo cual solucionaría un montón de problemas para la agricultura en el escenario del cambio climático”.

El gen a modificar

Según este experto, el descubrimiento conseguido tras tres años de trabajo, es el sitio donde hay que buscar, el gen exacto que habría que modificar. Seis investigadores han participado en este trabajo, que se ha desarrollado en el laboratorio de la Universidad de Málaga y ha contado como colaboradores con un profesor de la Universidad de La Laguna, en Santa Cruz de Tenerife, y otro de la de Dundee (Escocia). La investigación, que se ha publicado en la revista “Plant, cell & environment”, ha usado como modelo una planta marina, la “Zostera marina L”.

Suelos salinos y regadíos

Según la FAO, entre el 20 y el 50% de los cultivos de regadío del mundo están situados sobre suelos demasiado salados que no permiten una producción agrícola eficiente. De hecho, a veces la salinización en los suelos es tan alta que la agricultura es básicamente imposible. Este grupo investigador estudia unas plantas muy particulares, las fanerógamas marinas, para entender cómo se han adaptado a vivir en el agua del mar, que tiene una concentración altísima de cloruro sódico.

En el trabajo han encontrado un sistema muy eficiente de incorporación de nitrógeno (componente esencial de las proteínas que se comen) impulsado por la salinidad del mar, sodio en concreto. Tras identificarse el sistema de incorporación, podría trasladarse a plantas de interés agrícola, lo que aumentaría su productividad en suelos salinos extendiendo las áreas de cultivo a regiones hoy estériles.

El catedrático cree que lo interesante es que las fanerógamas “se parecen mucho a las gramíneas, que son el trigo, el arroz y la cebada”, y que estas son “las primeras plantas a las que había que trasladar este tipo de mecanismo”, ya que suponen un cultivo muy importante. En este sentido, remarca que las gramíneas “son plantas muy importantes para la alimentación de la población mundial, pero, soy prudente. No digo que esto sea la panacea que vaya a resolver el problema de la sal en el mundo para las plantas, pero va a haber en el futuro una serie de plantas a las que se va a in-tentar modificar genéticamente para que pueden soportar estas condiciones y que puedan producir al mismo nivel o parecido al que tienen sin sal, pero con sal”, afirma el investigador.

Salinización inevitable

La realidad es que “la salinización de suelos y los acuíferos es inevitable porque cada vez hay menos agua”. Lo primero en el camino de modificar las plantas para que soporten mejor la salinidad, precisa Fernández, es elegir una especie como el arroz o el trigo y “tratar de trasladarle el mecanismo de nutrición” y “algunas proteínas más”, e “intentar demostrar que la presencia de esas modificaciones en la planta confieren una ventaja en condiciones de alta salinidad”. Y ese trabajo va a intentarlo también el mismo grupo universitario “para completar todo el ciclo”, cara a lo cual han presentado un proyecto de investigación para el que han solicitado ayuda al Ministerio de Ciencia e Innovación, mientras que el ahora publicado ha sido financiado por la propia UMA.

Las fanerógamas son plantas que “salieron del mar y luego han vuelto al mar otra vez”, cuya semilla es comestible y que, lo más importante, es que “tienen un mecanismo que es único, no hay ninguna otra planta en el planeta Tierra que haga esto: usa la salinidad del mar para alimentarse”.

“Hay muy pocas plantas que hayan aprendido a vivir con la sal y esta planta lo ha aprendido perfectamente. No sólo soporta bien la salinidad, sino que le ha dado la vuelta a la tortilla y usa la sal que hay en el mar en su beneficio porque se nutre usándola”, subraya Fernández.

FUENTE: valencia fruits