Existe el riesgo de que la pandemia de COVID-19 haga que se malogren muchos de los avances en materia de bienestar de las personas logrados en las dos últimas décadas en América Latina, y que se agraven los problemas existentes, según un nuevo informe publicado por la OCDE.

Como se recoge en ¿Cómo va la vida en América Latina?, la pandemia golpeó con especial dureza a la región de América Latina y el Caribe (ALC), sobre todo a los grupos más vulnerables de la sociedad. La COVID-19 ha causado una elevada cifra de fallecimientos y afectado a cada uno de los aspectos del bienestar de las personas.

La pandemia llegó en un momento en el que se incrementaban las vulnerabilidades en varios ámbitos: el crecimiento de los ingresos y la reducción de la pobreza ya estaban debilitándose; el empleo disminuía y el desempleo aumentaba; y la satisfacción de las personas con sus condiciones de vida y su confianza en las instituciones públicas se estaban deteriorando. Como asegura el informe, los marcados descensos observados, entre 2019 y 2020, en la satisfacción con la vida y las relaciones sociales ponen de relieve el costo humano de la crisis.

Haciendo uso del marco de bienestar de la OCDE, que se centra en las personas y sus comunidades, y no en el sistema económico como un objetivo por sí mismo, el informe analiza 11 aspectos del bienestar actual —ingresos y consumo; trabajo y calidad del empleo; vivienda, salud; conocimientos y competencias; calidad del medio ambiente; bienestar subjetivo; seguridad; conciliación de la vida personal y laboral; relaciones sociales y compromiso cívico—. También analiza los recursos para el bienestar futuro —el capital natural, económico, humano y social—.

En general, durante las dos décadas previas a la pandemia, las personas de la región de ALC registraron avances en su bienestar material en varios ámbitos. En promedio, el gasto en consumo de los hogares aumentó un tercio entre 2000 y 2019. La esperanza de vida mejoró, al igual que el logro en educación secundaria, y el número de hogares con acceso al agua potable.

Pero, junto a estos avances positivos, el fin del auge de los precios de las materias primas provocó un estancamiento del avance de las condiciones de vida materiales, o su deterioro, después de 2014. Las percepciones de las personas sobre su nivel de vida se deterioraron, al tiempo que se ralentizó también el ritmo de reducción de la desigualdad en los ingresos. La reducción de la pobreza se estancó en varios países después de 2015, mientras que los niveles de empleo cayeron entre las personas de 25 años o mayores. Como indica el informe, el desempleo ya aumentaba antes de la pandemia.

Con la llegada de la pandemia, en general la satisfacción con la vida cayó de forma más pronunciada en América Latina que entre los países de la OCDE, y sobre todo entre las personas más vulnerables —las mujeres, los jóvenes, quienes viven en zonas rurales y las personas con menor nivel educativo—.

Se calcula que, tras la pandemia, el número de personas que cayó por debajo de la línea de pobreza absoluta en el conjunto de la región se incrementó en 22 millones, hasta situarse en 209 millones en 2020, de acuerdo a la definición de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas. Los confinamientos y las medidas de contención destinados a mitigar la pandemia han sido especialmente duros para los trabajadores informales y escasamente remunerados. Hasta el 38% de todos los trabajadores (y el 61% de los trabajadores informales vulnerables) de la región no tienen acceso a ningún tipo de protección social, según el informe.

Debido a que las escuelas permanecieron cerradas en muchos países durante más de 41 semanas, por toda la región, se establecieron soluciones de aprendizaje a distancia. No obstante, su eficacia se vio obstaculizada por el hecho de que el 46% de los niños de 5 a 12 años vive en hogares sin conectividad, y menos del 14% de los alumnos pobres (los que viven con menos de 5,5 USD al día) de educación primaria cuentan con una computadora conectada a Internet en casa.

La pandemia ha puesto de relieve la importancia del acceso a la atención sanitaria para los problemas de salud física y mental. Aproximadamente el 25% de la población de América Latina no tenía acceso a servicios esenciales de atención sanitaria antes de la pandemia.

Según el informe, es necesario que el bienestar sea el eje de los planes de recuperación para poder hacer frente tanto a los problemas existentes, así como a los nuevos que han surgido. También sugiere que las medidas de éxito más amplias, más allá de las puramente macroeconómicas, deberían formar parte del diseño y la evaluación de políticas. Se avanzó en esta dirección gracias a la adopción e implementación de los ODS en los últimos años. Sin embargo, es necesario hacer más para garantizar que las consideraciones de bienestar orienten las prioridades de las políticas.

Si desea leer el informe u obtener más información sobre la labor de la OCDE en materia de bienestar, visite How’s Life in Latin America (versión condensada del informe en español).

Para obtener más información contacte con Martine Zaïda (martine.zaida@oecd.org), Bochra Kriout (bochra.kriout@oecd.org) o la Oficina de medios de la OCDE (tel.: +3314524 9700).

La OCDE es un foro global que trabaja con más de 100 países y promueve políticas para preservar las libertades individuales y mejorar el bienestar económico y social de las personas en todo el mundo.

FUENTE: OCDE.