Rigurosidad y análisis a detalle son las características de los Estudios de Impacto Ambiental (EAI).
De agua, suelos, aire, sísmicos, biología, flora y fauna, vibraciones, ruidos y hasta de antropología son solo algunos de los estudios que tienen que presentar en el país las empresas interesadas en desarrollar proyectos mineros para obtener las licencias ambientales y de operación.
Además de la cantidad, los estudios también tienen que ser de calidad, por lo que la rigurosidad técnica, científica y tecnología tienen que estar presentes.
“La minería está definida como el desarrollo de un gran proyecto de infraestructura, que es absolutamente comparable con un desarrollo de un 4G, donde la minería es mucho más grande, porque es ingeniería pura”, aseguró Luz María Ramírez, directora de proyectos de infraestructura y minería en Integral, firma consultora que de sus 75 años de experiencia, 30 han sido en el sector minero.
Cabe destacar que los estudios varían según el tamaño del proyecto, si es a cielo abierto o subterráneo, o de acuerdo con el tipo de material que se va a extraer; por ejemplo, carbón, para construcción, o metales preciosos como el oro.
Precisamente, estos procesos comienzan determinando detalladamente dónde está el mineral, para luego establecer cuál es la mejor forma de explotación, qué infraestructura se adecua mejor para la extracción y todo el tema del Estudio de Impacto Ambiental (EIA).
“El instrumento ambiental más importante es el Estudio de Impacto Ambiental, documento que presenta de manera exhaustiva y detallada la viabilidad del licenciamiento ambiental y, por ende, la viabilidad del proyecto minero”, aseguraron desde la Asociación Colombiana de Minería (ACM), que agregó: “Cuando se trata de asuntos ambientales, la industria minera está altamente regulada”.
Tras la calidad del agua
Unos de los más importantes estudios son los de agua, en los cuales se analizan las fuentes superficiales, subterráneas y las de lluvias para determinar su calidad y cantidad.
“Para estudiar la calidad del agua se requieren monitoreos en dos etapas, teniendo en cuenta que en la mayoría del país hay una temporada seca y una de lluvias, y así establecer cuáles son las condiciones de las fuentes hídricas en esas épocas. Esto es un proceso obligatorio, sobre todo cuando el proyecto requiere captación de aguas superficiales. Para ello necesitamos modelaciones y demostrar si esas fuentes que proponemos tienen la capacidad de entregar el recurso sin deteriorarlas”, explicó Luisa Fernanda Guayara, directora de proyectos de Geoma, empresa de consultoría que trabaja principalmente en los sectores minero y energético.
Además, en el caso de que el proyecto sea bajo tierra y se requiera la construcción de túneles también se hace un análisis para determinar el comportamiento de las aguas subterráneas.
Estudios a la flora y fauna
Un requisito indispensable es contar con una detallada información de la vida, tanto animal como vegetal, que hay en toda la zona de influencia que tendría el proyecto.
“En el medio biótico valoramos, por ejemplo, qué fauna existe y se hace monitoreo por varios días. Van biólogos de diferentes especialidades y hacen rastreos para saber qué especies existen. Lo mismo sucede con la parte forestal, van botánicos para detallar qué tipo de coberturas vegetales, árboles, musgos, orquídeas y demás vegetación hay para tomar muestras”, dijo Roberto Cárdenas, director de Estudios Ambientales de Inerco, consultora con 25 años de experiencia en el campo de la ingeniería y minería, donde han trabajado con proyectos de carbón, materiales de construcción y metales.
Suelos, aire y vibraciones
Por otro lado, el estudio de suelos y la zona donde se planea realizar el proyecto es otro de los análisis importantes que destacan desde las consultoras dedicadas a este tema.
“Este se hace para establecer las propiedades físicas y químicas de las mismas y si se podrían afectar. Por lo cual los trabajos de geología al detalle son muy importantes e incluso son de los primeros que se adelantan, ya que básicamente son el sustento del proyecto”, afirmó Ramírez, de Integral.
De la mano del trabajo hecho por los geólogos también se analiza la parte sísmica, pues se debe verificar la frecuencia de temblores en la zona y cómo se comportaría la infraestructura minera en caso de un movimiento telúrico; esto cobra más importancia en el caso de minas subterráneas.
Otro aspecto importante son los modelos de calidad de aire, ruido y vibraciones, debido a que cuando se está en las etapas de construcción y operación del proyecto minero se debe conocer si estas actividades pueden llegar a afectar la zona y en qué niveles.
“Hay que analizarlo todo. En lo personal, me parece que los estudios para proyectos mineros son los más exhaustivos porque hay que hacer una caracterización general tanto del medio abiótico como del biótico, y del medio socioeconómico”, dijo Guayara, de Geoma.
Por su parte, según Germán Pardo, presidente de la Sociedad Colombiana de Ingenieros, si bien los estudios para este sector son rigurosos científicamente, les haría un ajuste.
“Pude revisar los informes técnicos de algunos de los proyectos mineros más importantes del país y puedo decir que los estudios que realizaron fueron detallados. No obstante, reforzaría el tema de la socialización de los mismos con la comunidad, para explicarles qué se va a hacer, cómo los podría afectar y en qué los va a beneficiar; para evitar la politización en estos temas”, comentó Pardo.
Perfiles en estos estudios
Para realizar la larga lista de estudios que requiere un proyecto minero, asimismo, se necesitan varios expertos para llevarlos a cabo.
“Antes se necesitaban pocos profesionales, pero ahora se requieren perfiles muy especializados como biólogos con diferentes enfoques: uno para los mamíferos, otros para los anfibios, los reptiles y las aves. Lo mismo para la geología; además del geólogo, también requerimos hidrogeólogos para la parte de las fuentes de agua”, explicó Ramírez.
Sucede igual con los ingenieros, pues se requieren de diferentes tipos y especialidades (ver gráfico). Incluso es necesaria la presencia de economistas, trabajadores sociales y hasta arqueólogos (ver recuadro) para los temas socioeconómicos.
Requieren buen tiempo
Para poder realizar todos estos estudios y analizar sus resultados se requiere, además de la mano de obra, tiempo debido a la complejidad que presentan.
Por ejemplo, para el tema de los monitoreos de agua se necesitan dos temporadas diferentes: seca y lluviosa, por lo que este apartado del estudio ambiental no se podría realizar en menos de ocho meses.
Ahora, si se tienen en cuenta desde las primeras fases de exploración con geólogos en campo, cuando se ubican los potenciales lugares de depósitos de mineralización, fácilmente el proceso puede tardar unos 15 años hasta cuando se inicie la explotación.
¿Cuánto llegan a costar?
Si bien el valor de estos análisis tiene variables de acuerdo al tipo de proyecto, EL TIEMPO indagó con firmas consultoras y encontró que para el caso de un proyecto pequeño el monto arranca entre 800 y 1.500 millones de pesos solo para el estudio de impacto ambiental.
Mientras que si se trata de un proyecto grande, en el que se hagan todos los estudios y análisis, la cifra puede llegar a los 3’000.000 de dólares.
Cabe destacar que todas las inversiones que se hagan en estos casos corren por cuenta de las empresas mineras que están interesadas en hacer la exploración y explotación del mineral.
“Como se trata de inversiones tan grandes, lo que se busca es avanzar en el conocimiento del mineral, la cantidad, ubicación, características químicas y calidad. Para llegar a ese conocimiento se requieren procesos y estudios que van mejorando el nivel de la información, lo que ayuda a eliminar la incertidumbre respecto al depósito con el mineral de interés”, afirmó Edwin Arango, gerente ambiental del proyecto minero de cobre Quebradona.
*Un proyecto de contenidos editoriales especiales, con el auspicio de la Asociación Colombiana de Minería (ACM).
Fuente: EL TIEMPO