De las lecturas de numerosas publicaciones de la prensa hablada y escrita, correos electrónicos, mensajes en WhatsApp, conferencias virtuales, entre muchos otros, he decidido para mi beneficio y eventualmente para otros interesados en el tema, poner en blanco y negro mis percepciones sobre los impactos de la pandemia y algunos efectos económicos y sociales, tocando de paso la ingeniería.
La propagación global del virus, engendra fenómenos que impactarán negativamente y por un largo período a nuestra economía y por supuesto a la ingeniería nacional, en sus dos grandes componentes: obra y consultoría.
El aquí y el ahora
Estas percepciones están alejadas de las estadísticas y de los modelos matemáticos que posiblemente le darían al tema, un marco más preciso.
Muchos de los países que primero fueron atacados por la pandemia, han venido extendiendo los confinamientos buscando «aplanar la curva», no eliminarla, como hizo nueva Zelanda, al tomar decisiones más agresivas que otros países desarrollados para retrasar y contener la propagación del virus y así evitar el crecimiento exponencial del número de nuevos contagios que podrán colapsar los sistemas de salud en países como Colombia, que tienen debilidades medulares en este campo.
Un tema preocupante es la prolongación del confinamiento porque no podemos darnos el lujo de mantener cerrados oficinas, colegios, universidades, restaurantes, parques y similares durante tiempos tan prolongados. Estos confinamientos desconocidos hasta hora por razones de virus y no políticas, causan costos sociales y económicos palpables: incremento del desempleo, quiebras generalizadas y más pobreza; éstas podrán ser secuelas del virus que apenas empiezan a hacerse visibles. No es tan elemental pedirle al Gobierno que tome decisiones que signifiquen hacer sacrificios, cuando el debate planteado en otras latitudes, es elegir entre salvar vidas o salvar medios de vida. Los dos extremos: apagar la economía para salvar vidas o aceptar la pérdida de vidas especialmente de adultos mayores, para que la economía pueda sobreaguar. ¿Será que surge un nuevo indicador? Muertes evitadas vs puntos de reducción en el PIB.
El sesgo que debería tomar el asunto, sería considerar que un confinamiento que dura lo suficiente podría conducir a una economía más pequeña, que puede permitirse tener una menor cantidad de demanda de servicios de atención en hospitales y clínicas, de médicos, enfermeras, bacteriólogos y otros profesionales de la salud y por supuesto menor demanda de camas, equipos especializados y medicamentos. Un ejercicio académico que posiblemente no agregue valor al análisis, sería el de valorar los años de vida saludable que probablemente ganemos hoy al contener el virus y compararlos con el tiempo que nos tomaría recuperar los niveles económicos que se tenían en febrero de este año. O una economía más pequeña, que la que tenemos actualmente. Peter Singer y Michael Plant de Project Syndicate de Melbourne y Oxford en su artículo «cuando la cura de la epidemia puede ser pero que la enfermedad» expresaban: los investigadores empíricos deben asumir el desafío de calcular los efectos (de la pandemia), no en términos de riqueza o salud, sino en términos de la suprema unidad de valor: el l bienestar de la mayoría.
El riesgo de un segundo pico de la enfermedad podría darse a fines de este año y no podrá ser controlado del todo hasta que no se desarrolle una vacuna, solución distante en el tiempo.
En estas circunstancias estaríamos preparados y dispuestos a dominar nuestro sentido de individualidad; de argumentar que no se deben inmiscuir en mi vida privada, para permitir que a partir del rastreo de los celulares y de las tarjetas de crédito de las personas infectadas, sea posible identificar los lugares, los sitios, las calles y los medios de transporte utilizados para simultáneamente rastrear los celulares de las personas que estuvieron cerca de los infectados, a las cuales debería notificarse el riesgo potencial de estar infectado. Así sería posible concentrar los esfuerzos de prevención y de ayuda y asistencia médica en los sitios de la ciudad que lo requieran.
Las decisiones que tomó Corea del Sur funcionaron muy bien; hicieron cuarentena pero no actuaron en toda la ciudad, concentraron sus esfuerzos en aquellos sitios donde podían ser más efectivos. Algo similar iniciado a principios del mes de abril en Nueva York, corresponde a una versión detallada del lugar de residencia de las personas infectadas por covid-19, controladas por los códigos postales. En China una aplicación asigna al dueño del celular un código QR, que corresponde a un color específico: color verde si se puede mover libremente; amarillo con restricción y rojo si debe estar en cuarentena. Este código se lee al ingresar a supermercados, almacenes, sitios públicos y medios de transporte, aplicando el color que aplique.
En Italia se promueve una aplicación en la que el celular registra los celulares de quienes estuvieron cerca y por cuánto tiempo lo hicieron. Cuando a una persona se le detecta el virus, la aplicación alerta a quienes estuvieron próximos a la persona contagiada. La universidad de Cambridge intenta utilizar computadores para identificar personas con coronavirus, por el sonido de su voz y la tos. La Inteligencia artificial determinará si está infectado.
Se empiezan a conocer las propuestas de utilizar drones termográficos para lograr el mismo efecto.
El no aplicar estas herramientas cartográficas para determinar los sitios donde se concentra el riesgo y la manera cómo se expande la infección, es regresar a la manera como se manejó la epidemia de cólera, en Londres en 1854.
El Estado debe actuar agresiva y rápidamente; sino será necesario enfrentar una crisis con dos cabezas: los muertos por la epidemia y la depresión de la economía, considerando el alto costo social y económico de frenar la actividad productiva por tiempos prolongados y la limitación e incapacidad del Estado para subsidiar empleados que claman por apoyo y ayuda al verse reducidos o eliminados sus ingresos. Los pobres, los informales, pequeños y medianos empresarios y profesionales independientes requieren que muy pronto se recupere la capacidad de producción y el empleo en la economía.
Reactivación de la construcción de obras de infraestructura
El gobierno autorizó la reactivación de obras de infraestructura en el sector público a partir del 13 de marzo, y para lograrlo varios ministerios han venido trabajando juiciosamente, en la elaboración de protocolos e identificación de buenas prácticas que se constituyan en medidas preventivas y de protección ante el Covid 19.
Es innegable que una reactivación en este sector es una medida que tiene efectos económicos positivos, en la medida que moviliza una masa crítica de personal de obra llámense directores, interventores, ingenieros de campo, personal técnico, obreros, conductores, operadores de equipos, por mencionar unos pocos, a lo largo y ancho del país.
Pero los protocolos y las buenas prácticas, por sí solo no son suficientes. En sus inicios la implantación de las normas y exigencias en materia de HSE tuvo muchas complicaciones porque los procesos de socialización y difusión de las mismas, no eran suficientes y no tenían la periodicidad, la penetración y la continuidad requeridas.
Una práctica necesaria como la de «permiso de trabajo» que evidenciaba efectuar los pasos requeridos para la ejecución de una tarea específica y garantizar la seguridad en su ejecución, tardó un buen tiempo en incorporarse en el ADN de las compañías de construcción, especialmente del sector petrolero que fueron las pioneras, en este tema.
Pasar de los protocolos a la acción, significa que estas inducciones requieren de personal especializado ubicado en las obras, que acompañen a los trabajadores en esta tarea. Por esa razón antes de autorizar la reactivación de una obra en particular, debe asegurarse que la mecánica de inducciones y el seguimiento de normas y prácticas. se implanten adecuadamente.
Buenas prácticas en condiciones normales, exigen por ejemplo que operadores de grandes volquetas «170 toneladas o más» en el sector minero, tomen cursos de re inducción de manejo, cuando regresan de vacaciones.
Aquí se trataría de un regreso masivo de trabajadores, que se verán enfrentados a hábitos para los cuales no están preparados y que requieren tiempo para su adopción y puesta en práctica; además de haber estado inactivos por un buen tiempo.
Una pregunta que surge es ¿cómo solucionar la situación de los trabajadores que son padres o madres de familia? y dado que no hay colegios, ¿con quién dejan a sus hijos?
Por estas razones sería conveniente un levantamiento gradual de las medidas de confinamiento, iniciando con compañías de reconocida tradición y cumplimiento de exigencias en bio seguridad. Un levantamiento demasiado rápido y no selectivo, podría conducir a un rebrote mortal del virus y a su dispersión, dado que no se trata de concentraciones físicas, como puede ser el caso de instalaciones fabriles.
Se requiere además una estrecha colaboración con las autoridades locales que deben estar prestas a revisar los planes de reactivación de obra, que deben incluir el cronograma de reinicio gradual de actividades, los materiales e insumos necesarios, la cantidad de personal, los frentes programados y las priorizaciones de ejecución, entre otros aspectos, sin dejar de lado lo que tiene que ver con el transporte del personal, entre sus sitios de habitación y los lugares de trabajo.
Pasar del botón de pausa al de «play»
Levantada la cuarentena todos nos precipitaremos en nuestros vehículos o a los medios de transporte masivo, con el propósito de reanudar nuestras actividades y empezar a recuperar la normalidad.
Pero este regreso debe ser gradual, conservando las buenas prácticas adquiridas durante el confinamiento: el uso de mascarillas y seguir aplicando el distanciamiento social en los centros comerciales, supermercados o parques, que deben limitar la afluencia de visitantes.
Mientras que muy posiblemente la reapertura de los colegios tendrá lugar mucho más tarde, no podemos relajar los estándares de contención de la enfermedad, porque corremos el riesgo de un rebrote o una segunda ronda infección.
La respuesta en este caso podría estar limitada porque estamos cansados de esta pandemia de este confinamiento Y empezamos a sufrir el impacto en nuestra economía, en nuestras cosas si surge un rebrote se establece una preocupación importante. Significaría que lo paramos por ahora eso no quiere decir que no vaya a volver; se contuvo, pero no se hizo nada para evitarlo.
Es necesario reiterar que el levantamiento debe ser progresivo y seguro siempre y cuando se den condiciones como: controlar la transmisión del virus; lograr que se cuente con la disponibilidad de salud pública, bio seguridad y cuidados médicos; minimizar el riesgo en entornos expuestos como colegios, universidades y otros lugares de alta afluencia de público en los que se deben poner en marcha, medidas de prevención en las actividades relacionadas.
Finalmente se requiere un esfuerzo de marca mayor para lograr que la gente se responsabilice, comportándose de manera diferente. Nuestra indisciplina social requiere un cambio de 180 grados, reflexionando y actuando en la defensa de la salud de la comunidad. Ese crecimiento lento pero seguro de la solidaridad, debe ganar su mayor impulso en el futuro cercano, sin que se entienda como una moda o una circunstancia pasajera. Todos debemos contribuir en la medida de nuestras capacidades.
El reto después del Covid 19
Enfrentados a una situación que no habíamos vivido, es necesario re escribir las reglas del juego. Creativamente pensar en que debemos analizar muchas opciones, no una sola porque las decisiones que tomemos significarán una manera diferente de organizar nuestro transcurrir; las decisiones a tomar en los próximos meses muy seguramente, cambiarán el derrotero del planeta durante años o tal vez décadas. Seguramente tendremos más preguntas que respuestas.
Desde el punto de vista de los desarrollos y proyectos de infraestructura, necesitamos que las grandes firmas compartan de manera generosa los recursos con las firmas pequeñas. Ese podría ser un legado de la ingeniería, que se manifieste en una actitud concreta de solidaridad, confianza y cooperación que facilite lidiar con muchas otras crisis similares en el futuro. Pero si termina predominando una competencia asimétrica entre compañías para conseguir todo lo posible para unos pocos, sin importar los demás, el legado será virulento y podría afectar las relaciones entre grandes y pequeños por mucho tiempo.
La experiencia masiva y obligada del trabajo desde casa y sus resultados buenos o malos modificará la economía. Un énfasis «online» significaría la posibilidad de contratar personas desde cualquier sitio, algo que podría cambiar por ejemplo el mercado de la consultoría.
El teletrabajo en prueba desde hace mucho tiempo, en algunas empresas será vital en la reducción de los costos operativos y en el aumento de la eficiencia; el tiempo de transporte se dedicará al trabajo y por consiguiente esta modalidad tendrá un impacto en la movilidad.
Será una manera diferente de cambiar nuestra forma de relacionarnos, de consumir y de cuidar el medio ambiente. Es necesario tomarnos en serio la flexibilidad laboral en las empresas, el trabajo en casa y la virtualización de actividades.
Nuevos hábitos de estudio en casa, una utilización más intensa de recursos como las plataformas digitales dentro de las limitaciones que tenemos en el país, implicarán el cambio de rutinas de relaciones y de entornos.
Será necesario repensar o más bien plantearse cómo el mayor uso de la tecnología podrá mejorar el comercio electrónico y comprender que sin ninguna duda, las interrelaciones entre las personas cambiarán y por esa misma razón será necesario cambiar el modelo de ciertos negocios, entre ellos el de la ingeniería.
Para el profesional y en especial para aquellos independientes que se mueven en la consultoría, significará la necesidad de evaluar ¿cuáles serán las habilidades que se requieren para el futuro? Algunos empleos desaparecerán y habrá que entender que después de esta pandemia, la vida cambiará y será necesario saber ¿cuáles serán esas nuevas destrezas y competencias que necesitará el mercado?
Fincadas esperanzas se colocan en los mecanismos que permitan que gran parte del país se pueda conectar para el año 2022, una tarea qué tiene pendiente el gobierno
Deberemos acudir a modalidades como el carro compartido; un mayor número de bicicletas mayores recorridos a pie para mitigar las congestiones en las horas pico; esto significa cambiar comportamientos y desarrollar una nueva cultura del desplazamiento.
Así será posible concentrar los esfuerzos en los entornos urbanos más compactos y organizados de las ciudades para evitar mayores desplazamientos de la gente hacia sus lugares de trabajo.
Algunos visionarios de futuro, sostienen que regresar a los niveles alcanzados por la economía en febrero de del 2020 tomará 15 años.
Pasada la crisis será necesario que las empresas inviertan en capacitar a sus trabajadores, y en mejorar sus condiciones laborales en términos generales. No tenemos estándares adecuados en cuanto suministro de agua potable, saneamiento e higiene y estas medidas deben extremarse para contar con buenas condiciones en términos de salud ocupacional
Las mipymes como grandes generadoras de puestos de trabajo en el país, son materia de preocupación por parte del Gobierno para lograr que el sector no sea una víctima más de la pandemia. Y debe tenerse presente que los que los hogares de estrato medio, se verán obligados a apretarse el cinturón.
Además del impacto económico, del aumento en la pobreza o de las dificultades de incontables hogar de clase media, al momento de incumplir o verse forzados a postergar sus obligaciones, es evidente el costo emocional que se incrementa en la medida en que se extiende el confinamiento. A la población afectada, le tomará un buen tiempo superar la experiencia.
¿Qué significan estas medidas para la gente? muy posiblemente que deberán trabajar dos meses más al final de su vida laboral, para alcanzar su tiempo mínimo de pensión.
Finalmente es necesario estar ojo avizor a los corruptos que ante las gruesas sumas de dinero que se están destinando a atender las necesidades generadas por el Covid 19, utilizan los recursos abusando de los más vulnerables, los pobres y los menos favorecidos para hacer política en las regiones. Se advierten sobreprecios en las compras de mercados para familias pobres, anticipos desproporcionados, discrepancias en cantidades, calidades deficientes, proveedores no idóneos, ofertas amañadas, carruseles y otras irregularidades.
Como profesionales, ciudadanos del común, funcionarios deberemos estar prestos a denunciar.
¿Por qué no poner en práctica algunos consejos?
En estos momentos sería muy útil volver la mirada a una persona como Bob Iger, saliente CEO del gigante Disney quien en su libro «lecciones de liderazgo creativo» formula los siguientes diez principios, adaptados por supuesto sin su conocimiento para como país, enfrentar el nuevo orden, después del coronavirus.
- Optimismo
Nos enfrentaremos a decisiones difíciles, buscando resultados en absoluto ideales. No debemos ceder ante el pesimismo. Los pesimistas no motivan y transmiten energía a la gente.
- Valentía
La valentía es fundamental frente a los riesgos que tendremos que asumir en un país en un estado y disrupción constantes; asumir riesgos será indispensable. La innovación será vital y esto sólo se logra cuando las personas son valientes. Temerle al fracaso destruye la creatividad.
- Concentración
Será extremadamente importante asignar tiempo energía y recursos a las estrategias los problemas y proyectos de mayor importancia y valor para Colombia; con la claridad y frecuencia requeridas. Será necesario saber comunicar a los colombianos las prioridades con la claridad y frecuencia requeridas.
- Decisión
Las decisiones como las que se han tomado, por difíciles que sean deberán tomarse de la manera más oportuna posible, sin desconocer la diversidad de opiniones, pero equilibrándolas con la necesidad de tomar y aplicar decisiones. La indecisión crónica no sólo será ineficaz, sino que socavará a los cimientos de la moral del país.
- Curiosidad
La curiosidad profunda y constante permitirá descubrir personas, lugares e ideas nuevas al igual que el conocimiento y comprensión del país y sus dinámicas cambiantes. El camino de la innovación, empieza por la curiosidad.
- Equidad
El país requerirá líderes fuertes que traten a las personas de forma justa y decente; la empatía será esencial. Las personas que cometan errores merecen una segunda oportunidad y juzgar a la gente con demasiada dureza, genera miedo y ansiedad lo que desincentiva la comunicación y la innovación: No hay nada peor que una nación con cultura de miedo.
- Reflexión
Funcionarios públicos y del orden privado, deberán adquirir conocimientos de modo que las opiniones que expresen o las decisiones que tomen, resulten más creíbles y con más probabilidades de acierto.
- Sinceridad
Seamos francos, no finjamos. La franqueza y la sinceridad. generan respeto y confianza.
- Constante afán de perfección
No es lo mismo que seamos perfeccionistas, pero sí negarnos a aceptar la mediocridad o a justificar algo diciendo que «así ya está bien». Si creemos que una cosa puede mejorarse, debemos hacer un esfuerzo para conseguirlo. Si nos dedicamos a hacer algo, que esté algo sea genial.
- Integridad
Nada debe ser más es más importante que la calidad y la integridad de los colombianos y de nuestros productos. El éxito de Colombia como país depende de la aplicación de criterios éticos exigentes en todo, desde lo más importante hasta lo más trivial En otras palabras la forma en que se hace algo, es la misma en que se debe hacer todo.
Se requiere un esfuerzo mancomunado para mantener mucho más vivo y vigente el espíritu de esperanza en que lograremos un futuro mejor, en el que todos tengamos cabida.
Es la oportunidad para reafirmar que nuestra esencia como Nación, se nutre con los aportes de cada uno, que en la medida de sus alcances, hará su mejor esfuerzo de responsabilidad y solidaridad para sacar el país adelante.
Iván Pinzón Amaya
Vicepresidente de la SCI