Un informe reciente de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) advierte sobre la creciente escasez y el aumento del estrés que afectan a los recursos hídricos a nivel mundial. El año 2023 se registró como el más seco para los ríos en más de tres décadas, y en los últimos años, el flujo de agua ha sido inferior a lo normal, impactando embalses y reduciendo la cantidad de agua disponible para las comunidades, la agricultura y los ecosistemas.
El documento “Estado de los recursos hídricos mundiales” destaca que esta situación ejerce mayor presión sobre el abastecimiento global de agua, poniendo en riesgo la seguridad hídrica de millones de personas y complicando el manejo de las fuentes disponibles. Según el informe, las reservas en embalses han seguido en niveles mínimos debido a la falta de precipitaciones. En el contexto de cambio climático, el ciclo del agua se está convirtiendo en un indicador claro de alteraciones a gran escala, con precipitaciones y sequías cada vez más extremas.
Pérdida de glaciares y consecuencias a largo plazo
El informe revela que, en los últimos 50 años, los glaciares han registrado su mayor pérdida de masa acumulada. El 2023 fue el segundo año consecutivo en que todas las regiones con glaciares experimentaron pérdida de hielo, lo que pone en riesgo la disponibilidad de agua a largo plazo. Los glaciares, además de ser una fuente clave de agua dulce para muchas regiones, regulan el flujo de los ríos y actúan como reservas naturales que liberan agua gradualmente en épocas de sequía.
La aceleración de la pérdida de hielo genera una mayor irregularidad en el ciclo hidrológico. Celeste Saulo, secretaria general de la OMM, explicó que el ciclo del agua ha cambiado su dinámica, volviéndose más errático e impredecible: “Nos enfrentamos a problemas crecientes de exceso o escasez de agua. Una atmósfera más cálida retiene más humedad, lo que favorece las precipitaciones intensas, pero también incrementa la evaporación, empeorando las condiciones de sequía”.
Escasez de agua en un país rico en recursos hídricos: el caso de Colombia
En Colombia, país históricamente considerado rico en recursos hídricos, la situación también es alarmante. Durante el primer trimestre de 2024, 277 municipios en 24 departamentos reportaron niveles de agua por debajo de lo normal, y 82 municipios implementaron medidas de racionamiento para gestionar la distribución. Los incendios forestales registrados entre marzo y abril coincidieron con la grave crisis hídrica que ha llevado a tomar medidas restrictivas en ciudades como Bogotá, Cali y Medellín.
La ministra de Ambiente, Susana Muhamad, y la exdirectora del Ideam, Ghisliane Echeverry, han señalado que esta situación no solo se debe al Fenómeno de El Niño, sino también a patrones anómalos en el océano Atlántico que han modificado las condiciones de lluvia esperadas. La ausencia de la temporada de lluvias, que tradicionalmente inicia a comienzos de año, tomó por sorpresa a las autoridades y complicó la planificación para enfrentar el déficit hídrico.
En Boyacá, tres municipios entraron en racionamiento debido a la disminución del caudal del río Tejar, mientras que en Risaralda, 213 acueductos comunitarios han reportado problemas de abastecimiento. En el Valle del Aburrá, incluyendo Medellín, se mantiene la alerta amarilla por el bajo caudal de sus fuentes.
Bogotá en situación crítica
En la capital, la situación ha llegado a niveles críticos. Desde el 11 de abril, se implementaron racionamientos debido a los bajos niveles de los embalses que abastecen a la ciudad, y las autoridades han trabajado para reducir la presión sobre el Sistema Chingaza. Según el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, se están realizando esfuerzos para aumentar el caudal de la planta de Tibitoc, con el objetivo de pasar de 4.3 a 7.4 m³ por segundo. Las obras de optimización y modernización de la planta registran un avance del 82 % y 70 % respectivamente, con la meta de llegar a tratar 10.5 m³ por segundo a mediados del 2025.
El Gobierno Nacional, por su parte, ha anunciado planes para abordar el riesgo de desabastecimiento durante el próximo año, incluyendo la implementación de nuevas regulaciones de la Comisión de Regulación de Agua Potable (CRA), que impondrán topes de consumo y multas para comercios e industrias que excedan el límite de uso.
Aunque Bogotá aún no enfrenta un racionamiento total, el costo del agua podría aumentar significativamente si no se logran estabilizar las reservas en el Sistema Chingaza, que podrían cerrar el año con solo un 22 % de su capacidad, lejos del objetivo del 75 % establecido para diciembre. La ministra de Ambiente advirtió que, para garantizar el abastecimiento de agua durante los meses secos de 2025, se requiere disminuir el gasto medio en la ciudad en al menos 3 m³ por segundo.
Un enfoque integral desde la ingeniería
La situación plantea un reto significativo para el país, donde la planificación y ejecución de estrategias deben basarse en un enfoque integral que considere la colaboración de diferentes disciplinas de la ingeniería. Las especialidades civiles, ambientales, hidráulicas y agrícolas tienen un papel fundamental en el desarrollo de soluciones que aborden este desafío y se adapten a la realidad cambiante del recurso hídrico.
La seguridad hídrica depende de un esfuerzo coordinado y multidisciplinario, desde la implementación de infraestructura eficiente hasta la gestión de recursos y el desarrollo de tecnologías para el monitoreo y la optimización del uso del agua. En un contexto de fenómenos climáticos extremos, se vuelve imperativo fortalecer la colaboración entre sectores, apostando por proyectos que aseguren la disponibilidad de agua para las próximas generaciones y mitiguen el impacto del cambio climático en las fuentes de agua del país.