Pocos estudios han evaluado el impacto aguas arriba de las presas de las centrales hidroeléctricas, es decir aquellas que fluyen antes de llegar al embalse. Un software ayudarÃa a predecir los cambios que se producirÃan en un periodo de 50 a 100 años. AsÃ, se preverÃa y establecerÃan planes de prevención y mitigación, como por ejemplo de afectaciones provocadas por sedimentos que afectan el agro o de infraestructuras.
En Colombia la mayor parte de la energÃa se produce en centrales hidroeléctricas, es decir mediante el aprovechamiento de la fuerza de las corrientes de agua de grandes y pequeños rÃos.
Para que estos sistemas funcionen es necesario represar un tramo del cauce de un rÃo con el fin de “almacenar†el agua que será usada en el proceso.
Katherine MartÃnez Pérez, magÃster en IngenierÃa – Recursos Hidráulicos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede MedellÃn, señala que “en la construcción de embalses se han estudiado mucho los impactos que ocurren aguas abajo del rÃo, es decir el lÃquido que fluye de la presa en adelante, pero para aguas arriba las investigaciones han sido pocasâ€.
Por eso retomó una herramienta que evalúa y predice cuantitativamente cómo se modificará el cauce aguas arriba de un embalse en un plazo humano de 50 a 100 años.
“Los modelos actuales lo hacen a muy corto plazo, es decir con periodos que van de segundos a minutos, lo que implicarÃa un gran esfuerzo computacional, inestabilidades, ruido numérico, etc., si se quieren evaluar periodos como el planteado, que es cercano a la vida útil de una hidroeléctricaâ€, explica la magÃster.
Como alternativa plantea utilizar el “modelo de evolución del paisajeâ€, utilizado para plazos a escala geológica, es decir de miles a millones de años.
“Aunque ahà tenÃamos el otro extremo del dilema, decidimos probar tanto los modelos hidrodinámicos (de muy corto plazo) como los de evolución del paisaje, para ver cuál se ajustaba mejor a una escala temporal de largo plazo humanoâ€, menciona.
Para ello eligió tres modelos fáciles de usar, dos de evolución del paisaje –los que presentaban las caracterÃsticas más adecuadas para el objetivo– y uno hidrodinámico que puede incluir el transporte de sedimentos, una caracterÃstica esencial para examinar la evolución de un cauce.
“A nivel general los modelos requieren datos relacionados con la topografÃa de la superficie de la tierra a evaluar, de batimetrÃa del cauce (del terreno cubierto por el agua, la forma del cauce, datos del caudal, etc.) y de tamaños del grano de sedimentos, entre otrosâ€, explica.
Para poner en práctica los modelos, la magÃster tomó como sitio de estudio el rÃo Sogamoso, especÃficamente aguas abajo de la confluencia con los rÃo Chicamocha y Suárez, hasta su llegada al embalse Topocoro. Asà mismo, tomó la cuenca del rÃo Nare, aguas abajo del embalse Peñol-Guatapé, hasta su llegada al embalse San Lorenzo.
“No tenÃamos muchos datos porque en esas zonas no suele hacerse monitoreo, además de que algunos embalses tienen más de 20 años, cuando no se hacÃan este tipo de registros. Por eso lo que hicimos fue tener en cuenta los modelos teóricos y las tendencias que se esperan en el cauce según modelos cualitativosâ€, relata.
A pesar de estas limitaciones se determinó que el modelo HEC-RAS 1D serÃa el más adecuado para predecir cuantitativamente qué ocurrirá aguas arriba de un embalse dentro de 50 o 100 años. “Los tiempos de cómputo de este modelo son comparativamente muy bajos, por lo que se pueden hacer simulaciones de distintos escenarios, análisis de sensibilidad, y cálculos de transporte o acumulación de sedimentos. Además, su software es de uso libreâ€, explica la magÃster.
En términos prácticos, el modelo probado permitirÃa “crear†escenarios para saber cómo hacer el manejo de sedimentos, de manera que se generen menos afectaciones aguas arriba. “Por ejemplo, se puede determinar si un cultivo cercano o una infraestructura especÃfica se verÃan afectados, y qué tanto sedimento se acumulará a raÃz de la disminución en la velocidad del cauceâ€.
FUENTE: Agencia UNAL








