Ingenieros, gremios y expertos internacionales siguen de cerca este ambicioso proyecto multipropósito, que promete poner al Dique al nivel del canal de Panamá.
Permitir controlar los niveles de agua dulce y sedimentos, evitar inundaciones y daños por nuevas olas invernales, proveer de agua potable y saneamiento básico a los municipios, conservar la flora y fauna de las ciénagas y aportar al desarrollo del transporte multimodal, son algunos de los impactos que tendrá el megaproyecto del canal del Dique, que cada día toma más relevancia en la agenda de la ciudad y el país.
Ayer, además de las voces institucionales del sector público en el foro “Canal del Dique, compartiendo beneficios para la recuperación económica”, también hubo representantes del sector privado, e incluso internacionales, como Martín Arrau, exintegrante de Región Nuble, Chile; y Phillippe Saura, director de proyectos en el Departamento de Desarrollo Hidroagrícola del Canal de Provence, quienes contaron su experiencia en este tipo de proyectos. La participación local estuvo a cargo de Juan Ricardo Noero, presidente del Consejo Gremial de Bolívar; Germán Pardo, presidente de la Sociedad Colombiana de Ingenieros; y Jorge Enrique Sáenz, ingeniero experto de la SCI.
Más allá de la urgencia que tiene la ciudad de parar la sedimentación, el presidente del CGB, Juan Ricardo Noero, quiso resaltar tres impactos positivos que trae el proyecto para la región y sus empresarios: navegación, agroindustria y turismo.
“La mayor eficiencia en la navegación no se hará principalmente por las obras del canal del Dique, sino por el proyecto complementario de la APP del río Magdalena, es una simbiosis que se genera. Permitirá tener navegación 24 horas al día por siete días a la semana, se podrá operar con un calado permanente entre seis y siete pies, y evitará los cierres por sedimentación, que son frecuentes”.
Noero agregó que esto permitirá realizar más viajes por día y a su vez generar competitividad, de tal manera que no solo se manejen grandes cargas de hidrocarburos sino de contenedores. Por otra parte, recalcó que con el funcionamiento de las exclusas, se reconstruye el caño del Estero, “lo que dinamizará el turismo entre ambas bahías”.
“Tierrabomba y Barú se convertirán en polos de desarrollo turístico. Pensar en proyectos como repoblar de corales a la bahía interna de Cartagena, como lo era hace 50 años, podría sonar fantasioso, pero puede ser perfectamente viable dada la nueva calidad de agua que tendremos”.
Como se ha mencionado con anterioridad, el megaproyecto del canal del Dique es uno de los más importantes de la región, por eso los ojos de muchos países están puestos en su realización. Más allá del canal de Panamá, en otros lugares del mundo se han realizado este tipo de obras multipropósito, que se convierten en un referente para el país, principalmente en los modelos de contratación.
Por ejemplo, en Chile se desarrolla el proyecto de concesión del embalse La Punilla, para el almacenamiento y distribución de agua del valle del río, la producción de energía eléctrica y la explotación recreacional y turística.
“En este tipo de obras es importante el arreglo institucional, el contrato, las normas de operación, y más si se están interviniendo sistemas hidráulicos tan complejos (…) Cuando se hacen estos contratos dejamos cierto grado de libertad porque pueden cambiar las normas, la oferta y la demanda, y se deben dejar ciertos grados de flexibilidad porque cuando son completamente rígidos, a veces por mal arreglo institucional, limitamos la capacidad de sacarle mayor beneficio a la obra que estamos haciendo”, dijo.
Otra experiencia expuesta es la concesión del Sistema Hidráulico Regional Multiuso, la cual opera el canal de Provence, en Francia.
Según contó Phillippe Saura, director de proyectos en el Departamento de Desarrollo Hidroagrícola del canal, el proyecto debía abordar la crisis de la agricultura, las necesidades de desarrollo industrial y del turismo y la protección de los incendios forestales.
“A la concesión se le dio la tarea de diseñar y operar la infraestructura necesaria para movilizar, transportar y distribuir el recurso hídrico, y dos, prestar asistencia a los agricultores para ayudar en la modernización de sus prácticas”.
Conforme a lo explicado por Saura, actualmente, es una empresa con el 90% de accionistas públicos y el 10% privado. “Operamos con las normas clásicas de gestión de las empresas privadas, no hay subvención privada, hay obligación de equilibrio financiero, principios contables y contratos bajo contrato privado”.
Recomendaciones de ingenieros
Teniendo en cuenta las experiencias expuestas, para el presidente de la Sociedad Colombiana de Ingenieros, Germán Pardo, para que el proyecto fluya sin más contratiempos hay que definir claramente las responsabilidades, de tal manera que todo esté estructurado y planeado.
“Lo que estamos proponiendo al Gobierno nacional es que se cree una especie de ‘board’ de consultores, donde todas las decisiones se tomen -en lo referido a ingeniería- en el más alto estándar; que se diseñe una interventoría con unas herramientas que puedan tomar decisiones, y una gerencia de proyecto donde puedan estar todos los gremios del sector para garantizar que esto avance como debe ser”.
Por su parte, para Jorge Enrique Sáenz, ingeniero experto de la SCI, el país no se puede cerrar a la posibilidad de largas concesiones para la ejecución y mantenimiento de la obra.
“En Chile están hablando de concesión de 45 años y en Francia de 75 años, no le tengamos miedo aquí a concesiones de largo aliento. Se debe tener en cuenta que entre mayor sea el tiempo que se le de al desarrollador directo del proyecto para poder recuperar sus inversiones iniciales, mayor será el tiempo y la seguridad de tener una buena administración y mantenimiento del mismo”.
Fuente: El Universal