Hubiera querido utilizar otro adjetivo, pero realmente este refleja el temor de la reactivación.

Las instrucciones dadas por el Gobierno Nacional, salvo cambios de último momento, indican que a partir del 27 de abril se reiniciarán las actividades esenciales con el objetivo de impulsar la reactivación económica.

Los voceros del gobierno han indicado que la curva del contagio “estaría aplanándose”, palabras que no permiten de manera convincente saber qué está pasando y evidencian dudas sobre el desarrollo del problema, reitero lo dicho en un escrito anterior en el sentido que en estos momentos “La palabra” debe ser solemne, precisa y sencilla.

La predicción del comportamiento del contagio debe dejársele a los matemáticos, estadistas y economistas que desarrollan modelos matemáticos; los avances científicos sobre el control del contagio a los médicos.

Hoy muchas teorías del comportamiento del contagio son contradictorias, el aislamiento total en algunas regiones no es convincente en relación con el incremento; el desarrollo parcial de actividades registra cifras preocupantes en algunos países y tranquilizantes en otros; ha surgido una duda en relación con la inmunidad después de contagiarse y obligaría a replantear los análisis de los modelos matemáticos que eliminaban esta posibilidad dentro de sus parámetros.

El número de muestras, la calidad de éstas, la pertinencia y las zonas donde se tomen, la duración de los resultados, la distribución de la edad en la región o país, la falta de registros históricos confiables y clasificación de enfermedades entre otros factores hace que sea difícil tomar medias basándose en experiencias externas. Cada país es único, cada uno tomó medias en tiempos diferentes, los riesgos son diferentes, los sistemas de salud son diferentes, las costumbres de la población son radicalmente distintas, la atención a los desempleados está garantizada en algunos y las estadísticas tienen calidad diferente.

Reiniciarán las labores los colombianos en condiciones desequilibradas, dos sectores diferentes el rural y el urbano, dos grupos de trabajadores con entornos y condiciones particulares, un sector formal con garantías, con empresas que están sobre la marcha, implementando con muchos esfuerzos protocolos de bioseguridad, asumiendo sobrecostos y con una gran incertidumbre en relación con la responsabilidad del contagio, y un sector informal que incluye adicionalmente a los campesinos, totalmente desprotegido que supera el 50 % del total de la fuerza de trabajo, sin ayudas , sin protocolos y sin verificación, con unas inmensas necesidades y sin esperanza, el comportamiento de este sector es incierto y hay temores relacionados con la protesta social, por falta de oportunidades.

Es preocupante que el cambio de hábitos y comportamiento social de la población haga mella en los más desprotegidos, a diferencia de las empresas e industrias donde poco a poco las personas se habituarán al distanciamiento y las condiciones de trabajo, en la calle la situación es bien diferente, empezará a surgir un modelo de rechazo a lo que no parezca sano o limpio, a no mirar de frente, a evitar al desconocido, a comunicarnos por señas. Se perderá de manera importante la palabra.

El distanciamiento será mayor, seremos más insensibles, el evitar a los demás será evidente, y allí la informalidad caerá en un abismo de incertidumbre y de desesperanza, ese 50% verá amenazado su futuro. La informalidad se alimentaba de la amabilidad del colombiano, de su solidaridad, de la necesidad inmediata, de los trabajos del día, de los trabajos de mecánica automotriz en las calles, de hacer mandados, de las reparaciones locativas, de muchas y muchas actividades que denominamos coloquialmente, el «rebusque».

La mayoría de las actuaciones del gobierno han estado direccionadas de forma oportuna hacia lo urbano, urgentemente se hace necesario migrar hacia el campo, los campesinos deben satisfacer sus necesidades básicas, también tienen créditos, pagan arriendos, deben comida, servicios públicos y salud entre otros.

Ellos además deben salir a recoger sus cosechas a conseguir apoyo de recolectores que casi siempre son migrantes, desplazarse para venderlas y tratar de recibir un justo pago. Será un gran reto, es necesario buscar soluciones y oportunidades para el sector con urgencia.

La primera semana del reinicio, la denomino peligrosa porque además de tener un festivo el día viernes, estamos en un periodo donde la información del contagio no es la mejor, las cifras son confusas, el número de muestras es insuficiente y los sectores a los que se les ha hecho el análisis tal vez no son los que tengan el mayor potencial de contagio, adicionalmente los resultados tienen un desfase mayor a 15 días, tiempo entre la toma de la muestra y la entrega de los resultados. El campo ha estado fuera de estas estadísticas y posiblemente allí se desarrolle un problema si no se ataca a tiempo.

Es preciso indicar que la industria, las empresas, los independientes, y los trabajadores formales, están haciendo un gran esfuerzo para implementar los protocolos para evitar el contagio, pero la responsabilidad es del sector salud en cabeza de las ARL, no se puede exigir responsabilidad médica a sectores como la ingeniería o la industria.

Una vez se reinicien las actividades, la responsabilidad se vuelve individual, seremos responsables de nuestra salud y de las de los demás.

Ojalá esa semana no sea de libertinaje, relajación y fiestas, con posteriores consecuencias desastrosas para la economía, la salud y el control.

Este proceso de reactivación de la economía donde la ingeniería tiene un rol fundamental, nos hará pensar en cambiar el modelo de gestión, tal vez muchos sectores productivos deberán reinventarse, se fortalecerán otros, la población cambiará sus hábitos, y será un periodo de transición muy difícil, sectores delincuenciales aprovecharan los espacios, la mafia tratará de adueñarse de medios de producción para legalizar sus fortunas, la protesta social se incrementará y no habrá suficiente dinero para atenderlas, el campo será nuestro futuro.

Se necesita claridad en los mensajes, certeza en las cifras, unidad nacional, responsabilidad individual, solidaridad y mucho optimismo, el heroísmo con el que trabajan los médicos y todo su grupo de apoyo es de admirar, pero debemos darle todos los recursos técnicos y económicos para poder enfrentar esta crisis, la cual no será la única en los próximos años.

Hoy más que nunca esta situación nos ha demostrado la imperiosa la necesidad de formalizar los trabajadores, tal vez a niveles superiores al 70%, así se fortalecerá el sistema de salud, el sistema pensional, el seguro de desempleo, la prevención en salud; se dispondrá de variables confiables para las estadísticas en todos los sectores, y el gobierno mejorará su capacidad de planear, y atender las necesidades.

Esa, peligrosa semana, más aún por tener un festivo el viernes, pasará a la historia de Colombia, será recordada porque en ese tiempo se definió por mucho el futuro de una generación, después de treinta días de aislamiento de los 6.000 que tiene una generación, le dejaremos a nuestros jóvenes de hoy la tarea de evaluar si las decisiones fueron buenas, si las cifras eran correctas, si el país estaba preparado para reiniciar, y ojalá al final podamos decir que superamos la emergencia.

Ing. GERMÁN PARDO A.