En esta última década se ha presentado un notable aumento de la participación de latinos en programas universitarios como ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM). Lo que llega a ser beneficioso para lo que se plantea al 2031 sobre un aumento de 10.9 millones de puestos de trabajo en el área.
Por ende, no es casualidad que en los primeros lugares de la lista de las 100 mejores compañías para trabajar en los Estados Unidos este 2024, se encuentran empresas como Cisco, NVIDIA, American Express, Synchrony, Accenture, Cadence, Comcast, NBCUniversal, Pinnacle, Deloitte y Capital One. Ni mucho menos que la demanda de profesionales en STEM haya crecido significativamente, debido a la digitalización y la innovación tecnológica. Esto demuestra la necesidad de talento especializado para mantener la competitividad en una economía global que es cada vez más dependiente de la tecnología.
Ante este alto flujo, los latinos se han estado haciendo espacio en el sector STEM, formándose y especializándose en materias como la ingeniería y la tecnología. Un informe elaborado por la Sociedad de Ingenieros Profesionales Hispanos (SHPE por sus siglas en inglés) y Latino Donor Collaborative, destaca que la recurrente participación de los latinos en la ciencia y la tecnología es fundamental para la competitividad de la nación y su capacidad de superar retos que se presenten a futuro. La misma señala que este grupo ha sido el responsable del crecimiento de la fuerza laboral del país entre 2010 y 2020, con un 73 %, lo que ha llegado a contribuir con un total de 3.2 billones de dólares a la economía estadounidense.
La organización de ingenieros afirma que la presencia de latinos en la ingeniería y tecnología “no es solo una opción, sino un imperativo, especialmente si se considera el aumento de las vacantes laborales y las tendencias de participación de los latinos en la fuerza laboral y la educación”. Según datos de la SHPE, el futuro sí es prometedor, partiendo por el crecimiento en la oferta laboral para el 2031. En Estados Unidos se lidera la creación de empleos en este sector, con un enfoque particular en la tecnología de la información, la ingeniería y las ciencias de la vida, los cuales benefician directamente a todos aquellos que han decidido especializar sus carreras en estas áreas.
El informe señala que contrariamente a los estereotipos comunes, la educación es uno de los valores más fuertes de la cultura latina de los Estados Unidos. “Los latinos han mostrado una tendencia de crecimiento constante en los títulos de licenciatura obtenidos, lo que confirma que estos estudiantes están preparados para cumplir con los requisitos cada vez mayores de la fuerza laboral”, se menciona.
En concreto, los latinos están estudiando ingeniería “a un ritmo asombroso”, se señala allí mismo. Han sido estos los que incrementaron las tasas de inscripciones de estudiantes de ingeniería de pregrado, superando las tasas de crecimiento de cualquier otro grupo étnico entre el 2010 y 2021 con un 73.6 %. Durante ese mismo periodo, la población de latinos en Estados Unidos creció un 23 %, lo que implica que la tasa de inscripción de estudiantes de ingeniería de pregrados latinos superara tres veces el aumento de la población.
Además, el porcentaje de títulos de ingeniería otorgados a latinos, creció del 7.0 % al 13.6 % entre el 2010 y 2021, lo que llega a representar un aumento del 94.3 %. Y la cantidad de títulos de licenciatura en ingeniería obtenidos se triplicó, pasando de 5.810 en 2010 a 10.888 en 2021.
Las tendencias indican, no solo de una mayor participación en la educación superior, sino también de un impacto significativo en la fuerza laboral futura en campos críticos como la ingeniería, que son fundamentales para el desarrollo tecnológico y científico del país. “En la actualidad, los latinos constituyen solo el 9.4 % de la mano de obra en ingeniería, mientras que su representación entre los estudiantes universitarios de ingeniería es notablemente superior… Con el constante incremento de la educación y la participación de los ciudadanos latinoamericanos, este colectivo se encuentra en una posición estratégica para abordar de manera eficiente la creciente demanda y la escasez en este ámbito”.
Sol Trujillo, quien es el cofundador y presidente de la Junta Directiva de The Latino Donor Collaborative, asegura que “la participación de los latinos en los campos de la ingeniería y la tecnología no es solo una cuestión de diversidad e inclusión, es un componente vital para mantener la competitividad global y el avance tecnológico de Estados Unidos”.
Se necesitan más mujeres en carreras STEM
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en el 2019 la tasa mundial promedio de las mujeres investigadoras era de solo el 29.3 % y apenas el 35 % era parte de los estudiantes STEM en la educación superior, eran mujeres. Estos porcentajes aún demuestran que hay mucho por hacer para reducir la brecha de género que se amplía cuanto más se avanza en los niveles educativos. La disparidad se debe a los diversos factores que van desde los estereotipos de género, la falta de modelos femeninos a seguir en estos campos y barreras estructurales en el ámbito académico y profesional.
La especialista en administración de tecnologías, Noemí Hernández Guerrero, asegura que, en los campos de la ingeniería, ciencia y tecnología, aún es difícil ver mujeres ocupando puestos estratégicos, porque no hay suficientes candidatas para llenar estas opciones. Ella señala que hay dos factores principales: el no incentivar activamente a las mujeres a elegir este tipo de carreras, y el segundo es que se debe abordar el síndrome de la impostora.
“Las mujeres a menudo se sienten intimidadas por el temor a no estar a la altura o de ser percibidas como impostoras en entornos dominados por hombres. Es crucial superar este miedo y romper con las percepciones limitantes”. Al modificar la posición de las mujeres frente a estos desafíos, se podrá avanzar hacia una mayor inclusión y diversidad en el mundo de la tecnología, finalizó Hernández Guerrero.
Fuente: El País